Tuesday

April 30, 2024


Section 1 of 4

Numbers 8

About 2.9 Minutes

El Señor dijo a Moisés: «Dile a Aarón: “Cuando instales las siete lámparas, estas deberán alumbrar hacia la parte delantera del candelabro”».

Así lo hizo Aarón. Instaló las lámparas de modo que alumbraran hacia la parte delantera del candelabro, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Desde la base hasta las flores, el candelabro estaba hecho de oro trabajado, según el modelo que el Señor había revelado a Moisés.

El Señor dijo a Moisés: «Toma a los levitas de entre los israelitas y purifícalos. Para purificarlos, rocíales agua purificadora y haz que se afeiten todo el cuerpo y se laven los vestidos. Así quedarán purificados. Luego tomarán un ternero y una ofrenda de harina refinada amasada con aceite. Tú, por tu parte, tomarás otro ternero como sacrificio para el perdón por su pecado. Llevarás a los levitas a la Tienda de reunión y congregarás a toda la comunidad israelita. 10 Presentarás a los levitas ante el Señor y los israelitas les impondrán las manos. 11 Entonces Aarón presentará a los levitas ante el Señor como ofrenda mecida de parte de los israelitas. Así quedarán consagrados al servicio del Señor.

12 »Los levitas pondrán las manos sobre la cabeza de los novillos y tú obtendrás para ellos el perdón de su pecado ofreciendo un novillo como sacrificio por el perdón y otro como holocausto para el Señor. 13 Harás que los levitas se pongan de pie frente a Aarón y sus hijos, y los presentarás al Señor como ofrenda mecida. 14 De esta manera, apartarás a los levitas del resto de los israelitas para que sean míos.

15 »Después de que hayas purificado a los levitas y los hayas presentado como ofrenda mecida, ellos irán a ministrar en la Tienda de reunión. 16 De todos los israelitas, ellos me pertenecen por completo; son mi regalo especial. Los he apartado para mí en lugar de todos los primogénitos de Israel. 17 Porque mío es todo primogénito de Israel, ya sea hombre o animal. Los consagré para mí cuando herí de muerte a todos los primogénitos de Egipto. 18 Sin embargo, he tomado a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los israelitas, 19 y se los he entregado a Aarón y a sus hijos como un regalo. Los levitas ministrarán en la Tienda de reunión en favor de los israelitas y pedirán el perdón de sus pecados, para que no sufran una desgracia al acercarse al santuario».

20 Así lo hicieron Moisés, Aarón y toda la comunidad de Israel. Los israelitas hicieron todo lo que el Señor había mandado a Moisés en cuanto a los levitas, 21 los cuales se purificaron y lavaron sus vestidos. Aarón los presentó ante el Señor como ofrenda mecida y pidió perdón por el pecado de ellos para purificarlos. 22 Después de esto los levitas fueron a la Tienda de reunión, para ministrar allí bajo la supervisión de Aarón y de sus hijos. Así se cumplió todo lo que el Señor había mandado a Moisés en cuanto a los levitas.

23 El Señor dijo a Moisés: 24 «Esta norma se aplicará a los levitas: Para el servicio de la Tienda de reunión se inscribirá a los que tengan veinticinco años o más; 25 pero cesarán en sus funciones y se retirarán cuando cumplan los cincuenta, 26 después de lo cual podrán seguir ayudando a sus hermanos en el ejercicio de sus deberes en la Tienda de reunión, pero no deberán hacer el trabajo. Estos son los deberes que asignarás a los levitas».


Section 2 of 4

Psalms 44

About 3.9 Minutes

Oh Dios, nuestros oídos han oído
    y nuestros antepasados nos han contado
las proezas que realizaste en sus días,
    en aquellos tiempos pasados:
Con tu propia mano expulsaste a las naciones
    y en su lugar plantaste a nuestros antepasados;
aplastaste a aquellos pueblos,
    y a nuestros antepasados los hiciste prosperar.
Porque no fue su espada la que conquistó la tierra
    ni fue su brazo el que les dio la victoria:
fue tu brazo, tu mano derecha;
    fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas.

Solo tú eres mi Rey y mi Dios.
    ¡Decreta las victorias de Jacob!
Por ti derrotamos a nuestros enemigos;
    en tu nombre aplastamos a nuestros agresores.
Yo no confío en mi arco
    ni puede mi espada darme la victoria;
tú nos das la victoria sobre nuestros enemigos,
    y dejas en vergüenza a nuestros adversarios.
¡Por siempre nos gloriaremos en Dios!
    ¡Por siempre alabaremos tu nombre! Selah

Pero ahora nos has rechazado y humillado;
    ya no sales con nuestros ejércitos.
10 Nos hiciste retroceder ante el enemigo;
    nos han saqueado nuestros adversarios.
11 Nos has entregado para que nos devoren como ovejas
    nos has dispersado entre las naciones.
12 Has vendido a tu pueblo por una miseria
    y nada has ganado con su venta.

13 Nos has dejado en ridículo ante nuestros vecinos;
    somos la burla y el escarnio de los que nos rodean.
14 Nos has hecho el hazmerreír de las naciones;
    todos los pueblos se burlan de nosotros.
15 La humillación no me deja un solo instante;
    se me cae la cara de vergüenza
16 por las burlas de los que me insultan y me ofenden,
    por culpa del enemigo que está presto a la venganza.

17 Todo esto nos ha sucedido,
    a pesar de que nunca te olvidamos
    ni faltamos jamás a tu pacto.
18 Nuestro corazón no ha vuelto atrás
    ni nos hemos apartado de tu senda.
19 Pero tú nos arrojaste a una cueva de chacales;
    ¡nos envolviste en la más tenebrosa oscuridad!

20 Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
    o extendido nuestras manos a un dios extraño,
21 ¿acaso Dios no lo habría descubierto,
    ya que él conoce los más íntimos secretos?
22 Por tu causa siempre nos llevan a la muerte;
    ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!

23 ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
    ¡Levántate! No nos rechaces para siempre.
24 ¿Por qué escondes tu rostro
    y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión?

25 Estamos abatidos hasta el polvo;
    nuestro cuerpo se arrastra por el suelo.
26 ¡Levántate, ven a ayudarnos!
    ¡Por tu gran amor, rescátanos!


Section 3 of 4

Song of Songs 6

About 2.8 Minutes

¿A dónde se ha ido tu amado,
    oh bella entre las bellas?
¿Hacia dónde se ha encaminado?
    ¡Iremos contigo a buscarlo!

Mi amado ha bajado a su jardín,
    a los lechos de bálsamo,
para retozar en los jardines
    y recoger azucenas.
Yo soy de mi amado y mi amado es mío;
    él apacienta su rebaño entre azucenas.

Tú, amada mía, eres bella como Tirsá,
    hermosa como Jerusalén
    imponente como ejército con sus banderas.
Aparta de mí la mirada,
    que tus ojos me tienen fascinado.
Tus cabellos son como los rebaños de cabras
    que descienden de Galaad.
Tus dientes son como rebaños de ovejas
    que ascienden después de haber sido bañadas.
Cada una de ellas tiene gemelas,
    ninguna de ellas está sola.
Tus mejillas, tras el velo,
    parecen dos mitades de granadas.
Pueden ser sesenta las reinas,
    ochenta las concubinas
    e innumerables las vírgenes,
pero una sola es preciosa, paloma mía,
    la hija consentida de su madre,
    la favorita de quien le dio la vida.
Las doncellas la ven y la bendicen;
    las reinas y las concubinas la alaban.

10 ¿Quién es esta, admirable como la aurora?
    ¡Es bella como la luna,
    radiante como el sol,
    imponente como ejército con sus banderas!

11 Descendí al huerto de los nogales
    para admirar los nuevos brotes en el valle,
para admirar los retoños de las vides
    y los granados en flor.
12 Sin darme cuenta, mi pasión me puso
    entre las carrozas reales de mi pueblo.

13 Vuelve, Sulamita, vuelve;
    vuélvete a nosotros,
    ¡queremos contemplarte!

¿Y por qué han de contemplar a la Sulamita,
    como en las danzas de los campamentos?


Section 4 of 4

Hebrews 6

About 2 Minutes

Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. No volvamos a poner los fundamentos, tales como el arrepentimiento de las obras que conducen a la muerte, la fe en Dios, la enseñanza sobre bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno. Así procederemos, si Dios lo permite.

Porque es imposible que aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo, que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, pero después de todo esto se han apartado, renueven su arrepentimiento. Pues así, para su propio mal, vuelven a crucificar al Hijo de Dios y lo exponen a la vergüenza pública.

Cuando la tierra bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella y produce una buena cosecha para los que la cultivan, recibe bendición de Dios. En cambio, cuando produce espinos y cardos, no vale nada; está a punto de ser maldecida y acabará por ser quemada.

En cuanto a ustedes, queridos hermanos, aunque nos expresamos así, estamos seguros de que les espera lo mejor, es decir, lo que atañe a la salvación. 10 Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que en su nombre ustedes han demostrado sirviendo a los creyentes, como lo siguen haciendo. 11 Deseamos, sin embargo, que cada uno de ustedes siga mostrando ese mismo empeño hasta la realización final y completa de su esperanza. 12 No sean apáticos; más bien, imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas.

13 Cuando Dios hizo su promesa a Abraham, como no tenía a nadie superior por quien jurar, juró por sí mismo 14 y dijo: «Te bendeciré en gran manera y multiplicaré tu descendencia». 15 Y así, después de esperar con paciencia, Abraham recibió lo que se le había prometido.

16 La gente jura por alguien superior a sí misma, y el juramento, al confirmar lo que se ha dicho, pone punto final a toda discusión. 17 Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la promesa que su propósito nunca cambia, confirmó con un juramento esa promesa. 18 Lo hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos realidades que nunca cambian y en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos a la esperanza que está delante de nosotros. 19 Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario, 20 hasta donde Jesús entró por nosotros para abrirnos camino, llegando a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.

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