lunes

mayo 13, 2024


Section 1 of 4

Numbers 23

About 4.8 Minutes

Balán dijo a Balac: «Edifícame siete altares en este lugar, y prepárame siete novillos y siete carneros». Balac hizo lo que Balán le pidió, y juntos ofrecieron un novillo y un carnero en cada altar.

Entonces Balán dijo a Balac: «Quédate aquí, al lado de tu holocausto, mientras yo voy a ver si el Señor quiere reunirse conmigo. Luego te comunicaré lo que él me revele». Y se fue a una loma desolada.

Dios vino a su encuentro y Balán le dijo:

—He preparado siete altares, y en cada altar he ofrecido un novillo y un carnero.

Entonces el Señor puso su palabra en boca de Balán y le dijo:

—Vuelve adonde está Balac y repítele lo que te voy a decir.

Balán regresó y encontró a Balac de pie, al lado de su holocausto, en compañía de todos los oficiales de Moab. Y Balán pronunció su mensaje:

«De Aram, de las montañas de Oriente,
    me trajo Balac, el rey de Moab.
“Ven —me dijo—, maldice por mí a Jacob;
    ven, deséale el mal a Israel”.
Pero ¿cómo podré maldecir
    a quien Dios no ha maldecido?
¿Cómo podré desearle el mal
    a quien el Señor no se lo desea?
Desde la cima de las peñas lo veo;
    desde las colinas lo contemplo:
es un pueblo que vive apartado,
    que no se cuenta entre las naciones.
10 ¿Quién puede calcular la descendencia de Jacob,
    tan numerosa como el polvo,
    o contar siquiera la cuarta parte de Israel?
¡Sea mi muerte como la del justo!
    ¡Sea mi fin semejante al suyo!».

11 Entonces Balac reclamó a Balán:

—¿Qué me has hecho? Te traje para que maldijeras a mis enemigos, ¡y resulta que no has hecho más que bendecirlos!

12 Pero Balán respondió:

—¿Acaso no debo decir lo que el Señor me pide que diga?

13 Entonces Balac dijo:

—Por favor, ven conmigo a otro lugar. Desde allí podrás ver solo una parte del pueblo, no a todos ellos, y los maldecirás por mí.

14 Así que lo llevó al campo de Zofín en la cumbre del monte Pisgá. Allí edificó siete altares, y en cada uno de ellos ofreció un novillo y un carnero.

15 Allí Balán dijo a Balac: «Quédate aquí, al lado de tu holocausto, mientras yo voy a reunirme con Dios».

16 El Señor se reunió con Balán y puso en boca de este su palabra. Le dijo: «Vuelve adonde está Balac y repite lo que te voy a decir».

17 Balán se fue adonde estaba Balac y lo encontró de pie, al lado de su holocausto, en compañía de los oficiales de Moab. Balac le preguntó:

—¿Qué dijo el Señor?

18 Entonces Balán pronunció su mensaje:

«Levántate, Balac, y escucha;
    óyeme, hijo de Zipor.
19 Dios no es un simple mortal
    para mentir y cambiar de parecer.
¿Acaso no cumple lo que promete
    ni lleva a cabo lo que dice?
20 Se me ha ordenado bendecir
    y, si eso es lo que Dios quiere,
    yo no puedo hacer otra cosa.

21 »No se ha visto sufrimiento en el pueblo de Jacob
    ni calamidad en Israel.
El Señor su Dios está con ellos;
    y entre ellos se le aclama como Rey.
22 Dios los sacó de Egipto
    con la fuerza de un toro salvaje.
23 Contra Jacob no hay hechicería que valga,
    ni valen las adivinaciones contra Israel.
De Jacob y de Israel se dirá:
    “¡Miren lo que Dios ha hecho!”.
24 Un pueblo se alza como leona;
    se levanta como león.
No descansará hasta haber devorado su presa
    y bebido la sangre de sus víctimas».

25 Balac dijo entonces a Balán:

—¡Si no los vas a maldecir, tampoco los bendigas!

26 Balán respondió:

—¿Acaso no te advertí que yo repetiría todo lo que el Señor me ordenara decir?

27 Balac dijo a Balán:

—Por favor, ven conmigo, que te llevaré a otro lugar. Tal vez a Dios le parezca bien que los maldigas desde allí.

28 Así que llevó a Balán hasta la cumbre del monte Peor, desde donde puede verse el desierto de Jesimón. 29 Allí Balán le dijo:

—Edifícame siete altares en este lugar, y prepárame siete novillos y siete carneros.

30 Balac hizo lo que Balán pidió y en cada altar ofreció un novillo y un carnero.


Section 2 of 4

Psalms 64-65

About 4.1 Minutes

Escucha, oh Dios, la voz de mi queja;
    protégeme del temor al enemigo.

Escóndeme de esa pandilla de malhechores,
    de esa caterva de malvados.
Afilan su lengua como espada
    y lanzan como flechas palabras ponzoñosas.
Emboscados, disparan contra el íntegro;
    le tiran sin temor y sin aviso.

Unos a otros se animan en sus planes malvados,
    calculan cómo tender sus trampas;
    y hasta dicen: «¿Quién las verá?».
Maquinan injusticias y dicen:
    «¡Hemos tramado un plan perfecto!».
¡Cuán incomprensibles son
    la mente y el corazón humano!

Pero Dios les disparará sus flechas
    y sin aviso caerán heridos.
Su propia lengua será su ruina
    y quien los vea se burlará de ellos.
La humanidad entera sentirá temor:
    proclamará las proezas de Dios
    y meditará en sus obras.

10 Que se regocijen en el Señor los justos;
    que busquen refugio en él;
    ¡que lo alaben todos los de corazón sincero!

A ti, oh Dios, en Sión,
    te espera la alabanza,
    y a ti se te deben cumplir las promesas.
Tú escuchas la oración,
    a ti acude todo mortal.
Cuando nuestras iniquidades
    y nuestros delitos nos abrumaban,
    tú los perdonaste.
¡Dichoso aquel a quien tú escoges,
    al que atraes a ti para que viva en tus atrios!
Saciémonos de los bienes de tu casa,
    de los dones de tu santo Templo.

Tú, oh Dios y Salvador nuestro,
    nos respondes con asombrosas obras de justicia;
tú eres la esperanza de los confines de la tierra
    y de los más lejanos mares.
Tú, con tu poder, formaste las montañas,
    ceñido de fuerza.
Tú calmaste el rugido de los mares,
    el estruendo de sus olas
    y el tumulto de los pueblos.
Los que viven en remotos lugares se asombran ante tus prodigios;
    desde el amanecer hasta el anochecer
    tú inspiras canciones de alegría.

Cuidas la tierra, la riegas
    y la enriqueces abundantemente.
Los arroyos de Dios se llenan de agua,
    para asegurarle trigo al pueblo,
    porque así preparas el campo.
10 Empapas los surcos, nivelas sus terrones,
    reblandeces la tierra con lluvias abundantes
    y bendices sus renuevos.
11 Tú coronas el año con tus bondades
    y tus carretas se desbordan de abundancia.
12 Rebosan los prados del desierto;
    las colinas se visten de alegría.
13 Pobladas de rebaños están las praderas
    y cubiertos los valles de trigales,
    aclaman y cantan alegres.


Section 3 of 4

Isaiah 13

About 4.7 Minutes

Profecía contra Babilonia que recibió Isaías, hijo de Amoz:

Sobre un monte alto agiten la bandera;
    llámenlos a gritos;
háganles señales con la mano
    para que entren por las puertas de los nobles.
Ya he dado orden a mis consagrados;
    he reclutado a mis guerreros,
    a los que se alegran de mi triunfo, para que ejecuten mi ira.

¡Escuchen! Se oye tumulto en las montañas,
    como el de una gran multitud.
¡Escuchen! Se oye un estruendo de reinos,
    de naciones que se han reunido.
El Señor de los Ejércitos pasa revista
    a un ejército para la batalla.
Vienen de tierras lejanas,
    de los confines de los cielos.
Viene el Señor con las armas de su ira
    para destruir toda la tierra.

¡Giman, que el día del Señor está cerca!
    Llega de parte del Todopoderoso como una devastación.
Por eso todas las manos desfallecen,
    todo el mundo pierde el ánimo.
Quedan todos aterrados;
    dolores y angustias los atrapan:
    ¡se retuercen de dolor, como si estuvieran de parto!
Espantados, se miran unos a otros;
    ¡tienen el rostro encendido!

¡Miren! ¡Ya viene el día del Señor
    —día cruel, de furor y ardiente ira—;
dejará la tierra devastada
    y exterminará en ella a los pecadores!
10 Las estrellas y las constelaciones del cielo
    dejarán de irradiar su luz;
se oscurecerá el sol al salir
    y no brillará más la luna.
11 Castigaré por su maldad al mundo
    y por su iniquidad a los malvados.
Pondré fin a la soberbia de los arrogantes
    y humillaré el orgullo de los violentos.
12 Voy a hacer que haya menos gente que oro fino,
    menos mortales que oro de Ofir.
13 Por eso haré que tiemble el cielo
    y que la tierra se mueva de su sitio,
por el furor del Señor de los Ejércitos,
    en el día de su ardiente ira.

14 Como gacela acosada,
    como rebaño sin pastor,
cada uno se volverá a su propio pueblo,
    cada cual huirá a su propia tierra.
15 Al que atrapen lo traspasarán;
    el que caiga preso morirá a filo de espada.
16 Ante sus propios ojos estrellarán a sus pequeños,
    saquearán sus casas y violarán a sus mujeres.

17 ¡Miren! Yo incito contra ellos a los medos,
    pueblo al que no le importa la plata
    ni se deleita en el oro.
18 Con sus arcos traspasarán a los jóvenes;
    no se apiadarán del fruto del vientre
    ni tendrán compasión de los niños.
19 Babilonia, la perla de los reinos,
    la gloria y el orgullo de los babilonios,
quedará como Sodoma y Gomorra
    cuando Dios las destruyó.
20 Nunca más volverá a ser habitada
    ni poblada en los tiempos venideros.
No volverá a acampar allí el beduino,
    ni hará el pastor descansar a su rebaño.
21 Allí descansarán las fieras del desierto;
    sus casas se llenarán de chacales.
Allí habitarán los avestruces
    y brincarán las cabras salvajes.
22 En sus fortalezas aullarán las hienas
    y en sus lujosos palacios, los chacales.
Su hora está por llegar
    y no se prolongarán sus días.


Section 4 of 4

1 Peter 1

About 2.8 Minutes

Pedro, apóstol de Jesucristo,

a los elegidos, extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, según el conocimiento previo de Dios el Padre, mediante la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre:

Que abunden en ustedes la gracia y la paz.

¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia que no se puede destruir, contaminar o marchitar. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos. Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele. Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación.

10 Los profetas, que anunciaron la gracia reservada para ustedes, investigaron cuidadosamente acerca de esta salvación. 11 Querían descubrir a qué tiempo y a cuáles circunstancias se refería el Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, cuando testificó de antemano acerca de los sufrimientos de Cristo y de las glorias que vendrían después de estos. 12 A ellos se les reveló que no se estaban sirviendo a sí mismos, sino que les servían a ustedes. Hablaban de las cosas que ahora les han anunciado los que les predicaron acerca de las buenas noticias por medio del Espíritu Santo enviado del cielo. Aun los mismos ángeles anhelan contemplar esas cosas.

13 Por eso, dispónganse para actuar con inteligencia; tengan dominio propio; pongan su esperanza completamente en la gracia que se les dará cuando se revele Jesucristo. 14 Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que tenían antes, cuando vivían en la ignorancia. 15 Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; 16 pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo». 17 Ya que invocan como Padre al que juzga con imparcialidad las obras de cada uno, vivan con temor reverente mientras sean peregrinos en este mundo. 18 Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, 19 sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto. 20 Cristo, a quien Dios escogió antes de la creación del mundo, se ha manifestado en estos últimos tiempos en beneficio de ustedes. 21 Por medio de él ustedes creen en Dios, que lo resucitó y glorificó, de modo que su fe y su esperanza están puestas en Dios.

22 Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros. 23 Pues ustedes han nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece. 24 Porque

«todo mortal es como la hierba
    y toda su gloria como la flor del campo.
La hierba se seca y la flor se cae,
25     pero la palabra del Señor permanece para siempre».

Y este es el mensaje de las buenas noticias que se les ha anunciado a ustedes.

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