sábado

julio 6, 2024


Section 1 of 4

Joshua 9

About 3.3 Minutes

Había reyes que vivían en el lado occidental del Jordán, en la montaña, en las llanuras y a lo largo de la costa del Mediterráneo, hasta el Líbano: hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos. Cuando estos monarcas se enteraron de lo sucedido, se aliaron bajo un solo mando para hacer frente a Josué y a los israelitas.

Los gabaonitas, al darse cuenta de cómo Josué había tratado a las ciudades de Jericó y de Hai, maquinaron un plan. Enviaron mensajeros, cuyos asnos llevaban costales viejos y odres para el vino, rotos y remendados. Iban vestidos con ropa vieja y tenían sandalias gastadas y remendadas. El pan que llevaban para comer estaba duro y hecho migas. Fueron al campamento de Guilgal donde estaba Josué y dijeron a él y a los israelitas:

—Venimos de un país muy lejano. Queremos hacer un tratado con ustedes.

Los israelitas replicaron:

—Tal vez ustedes son de por acá y en ese caso, no podemos hacer ningún tratado con ustedes.

Ellos dijeron a Josué:

—Nosotros estamos dispuestos a servirles.

Y Josué preguntó:

—¿Quiénes son ustedes y de dónde vienen?

Ellos respondieron:

—Nosotros somos sus siervos y hemos venido de un país muy distante, hasta donde ha llegado la fama del Señor su Dios. Nos hemos enterado de todo lo que él hizo en Egipto 10 y de lo que hizo a los dos reyes amorreos al este del Jordán: Sijón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, el que residía en Astarot. 11 Por eso los habitantes de nuestro país, junto con nuestros jefes, nos dijeron: “Tomen provisiones para el largo viaje, vayan a su encuentro y díganles: ‘Deseamos ser siervos de ustedes; hagamos un tratado’ ”. 12 Cuando salimos para acá, nuestro pan estaba fresco y caliente, pero ahora, ¡mírenlo! Está duro y hecho migas. 13 Estos odres estaban nuevos y repletos de vino, y ahora, tal como pueden ver, están todos rotos. Y nuestra ropa y sandalias están gastadas por el largo viaje.

14 Los hombres de Israel participaron de las provisiones de los gabaonitas, pero no consultaron al Señor. 15 Entonces Josué hizo con ellos un tratado de ayuda mutua y se comprometió a perdonarles la vida. Y los jefes israelitas ratificaron el tratado.

16 Tres días después de haber hecho el tratado con los gabaonitas, los israelitas se enteraron de que eran sus vecinos y vivían en las cercanías. 17 Por eso se pusieron en marcha y al tercer día llegaron a sus ciudades: Gabaón, Cafira, Berot y Quiriat Yearín. 18 Pero los israelitas no los atacaron porque los jefes de la comunidad les habían jurado en nombre del Señor, Dios de Israel, perdonarles la vida. Y aunque toda la comunidad se quejó contra sus jefes, 19 estos contestaron:

—Hemos hecho un juramento en nombre del Señor, Dios de Israel, y no podemos hacerles ningún daño. 20 Esto es lo que haremos con ellos: les perdonaremos la vida, para que no caiga sobre nosotros el castigo divino por quebrantar el juramento que hicimos.

21 Luego añadieron:

—Se les permitirá vivir, pero a cambio de ser los leñadores y aguateros de la comunidad.

De ese modo, los jefes de la comunidad cumplieron su promesa.

22 Entonces Josué llamó a los gabaonitas y les reclamó:

—¿Por qué nos engañaron con el cuento de que eran de tierras lejanas, cuando en verdad son nuestros vecinos? 23 A partir de ahora, esta será su maldición: serán por siempre sirvientes del templo de mi Dios, responsables de cortar la leña y de acarrear el agua.

24 Los gabaonitas contestaron:

—Nosotros, servidores suyos, fuimos bien informados de que el Señor su Dios ordenó a su siervo Moisés que les diera toda esta tierra y que destruyera a todos sus habitantes. Temimos tanto por nuestra vida que decidimos hacer lo que ya saben. 25 Estamos a merced de ustedes. Hagan con nosotros lo que les parezca justo y bueno.

26 Así salvó Josué a los gabaonitas de morir a manos del pueblo de Israel. 27 Ese mismo día Josué los hizo leñadores y aguateros de la asamblea israelita, especialmente del altar del Señor que está en el lugar que él mismo eligió. Y así han permanecido hasta el día de hoy.


Section 2 of 4

Psalms 140-141

About 4.2 Minutes

Oh Señor, líbrame de los malvados;
    protégeme de los violentos,
de los que urden en su corazón planes malvados
    y todos los días fomentan la guerra.
Afilan su lengua cual lengua de serpiente;
    ¡veneno de víbora hay en sus labios! Selah

Señor, protégeme del poder de los malvados;
    protégeme de los violentos,
    de los que piensan hacerme caer.
Esos engreídos me han tendido una trampa;
    han puesto los lazos de su red,
    han tendido trampas en mi camino. Selah

Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios.
    Atiende, Señor, mi voz suplicante».
Señor Soberano, mi poderoso salvador,
    ¡tú proteges mi cabeza en el día de la batalla!
No satisfagas, Señor, los caprichos de los impíos;
    no permitas que sus planes prosperen,
    para que no se enorgullezcan. Selah

Que sobre la cabeza de los que me rodean
    recaiga el mal que sus labios proclaman.
10 Que lluevan brasas sobre ellos
    y sean echados en el fuego,
    en abismos profundos, de donde no vuelvan a salir.
11 Que no eche raíces en la tierra
    la gente de lengua mentirosa;
que la calamidad persiga y destruya
    a la gente que practica la violencia.

12 Yo sé que el Señor hace justicia al pobre
    y defiende el derecho de los necesitados.
13 Ciertamente los justos alabarán tu nombre
    y los íntegros vivirán en tu presencia.

A ti clamo, Señor, ven pronto a mí.
    Escucha mi voz cuando a ti clamo.
Que suba a tu presencia mi oración
    como una ofrenda de incienso,
mis manos levantadas
    como el sacrificio de la tarde.

Señor, ponme en la boca un centinela;
    un guardia a la puerta de mis labios.
No permitas que mi corazón se incline a la maldad
    ni que sea yo cómplice de iniquidades;
no me dejes participar de banquetes
    en compañía de malhechores.

Que cuando el justo me castigue,
    sea una muestra de amor;
que su reprensión sea bálsamo que mi cabeza no rechace,
    pues mi oración siempre está en contra de las malas obras.

Cuando sus gobernantes sean arrojados desde los despeñaderos,
    sabrán que mis palabras eran bien intencionadas.
Y dirán: «Así como se esparce la tierra
    cuando en ella se abren surcos con el arado,
así se han esparcido nuestros huesos
    a la orilla del sepulcro».

Por eso tengo los ojos puestos en ti, mi Señor y Dios,
    en ti busco refugio; no me dejes morir.
Protégeme de las trampas que me tienden,
    de las trampas que me tienden los malhechores.
10 Que caigan los malvados en sus propias redes,
    mientras yo salgo bien librado.


Section 3 of 4

Jeremiah 3

About 5.7 Minutes

»Supongamos que un hombre se divorcia de su mujer
    y que ella lo deja para casarse con otro.
¿Podría volver el primero a casarse con ella?
    ¿No quedará la tierra completamente contaminada?
Pues bien, tú te has prostituido con muchos amantes
    y ya no podrás volver a mí»,
    afirma el Señor.
«Fíjate bien en esas lomas desoladas:
    ¿Hay algún lugar donde no fuiste deshonrada?
Como un beduino en el desierto,
    te sentabas junto al camino, a la espera de tus amantes.
Has contaminado la tierra
    con tus prostituciones y maldades.
Por eso se demoraron las lluvias
    y no llegaron los aguaceros de primavera.
Tienes el descaro de una prostituta;
    ¡no conoces la vergüenza!
No hace mucho me llamabas:
    “Padre mío, amigo de mi juventud,
¿vas a estar siempre enojado?
    ¿Guardarás rencor eternamente?”.
Y mientras hablabas,
    hacías todo el mal posible».

Durante el reinado del rey Josías el Señor me dijo: «¿Has visto lo que ha hecho Israel, la infiel? Se fue a todo monte alto y allí, bajo cada árbol frondoso, se prostituyó. Yo pensaba que después de hacer todo esto ella volvería a mí. Pero no lo hizo. Esto lo vio su hermana, la infiel Judá, y vio también que yo despedí a la apóstata Israel, y que le había dado carta de divorcio por todos los adulterios que había cometido. No obstante, su hermana, la infiel Judá, no tuvo ningún temor, sino que también ella se prostituyó. Como Israel no tuvo ningún reparo en prostituirse, contaminó la tierra y cometió adulterio al adorar ídolos de piedra y de madera. 10 A pesar de todo esto, su hermana, la infiel Judá, no se volvió a mí de todo corazón, sino que solo fingió hacerlo», afirma el Señor.

11 El Señor me dijo: «La apóstata Israel ha resultado ser más justa que la infiel Judá. 12 Ve al norte y proclama este mensaje:

»“¡Vuelve, apóstata Israel!
    No te miraré con ira”,
    afirma el Señor.
“No te guardaré rencor para siempre,
    porque soy misericordioso”,
    afirma el Señor.
13 “Tan solo reconoce tu culpa
    y que te rebelaste contra el Señor tu Dios.
Bajo todo árbol frondoso
    has brindado a dioses extraños tus favores
    y no has querido obedecerme”»,
    afirma el Señor.

14 «¡Vuélvanse a mí, apóstatas —afirma el Señor—, porque yo soy su esposo! De ustedes tomaré uno de cada ciudad y dos de cada familia, y los traeré a Sión. 15 Les daré pastores conforme a mi corazón para que los guíen con sabiduría y entendimiento. 16 En aquellos días, cuando ustedes se hayan multiplicado y sean numerosos en el país —afirma el Señor—, ya no se dirá más: “Arca del pacto del Señor”. Nadie pensará más en ella ni la recordará; nadie la echará de menos ni volverá a fabricarla. 17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: “Trono del Señor”. Todas las naciones se reunirán en Jerusalén para honrar el nombre del Señor y ya no volverán a seguir a su terco y malvado corazón. 18 En aquellos días la tribu de Judá se unirá al pueblo de Israel y juntos vendrán del país del norte, a la tierra que di como herencia a sus antepasados.

19 »Yo mismo dije:

»“¡Cómo quisiera tratarte como a un hijo
    y darte una tierra deliciosa,
    la heredad más hermosa de las naciones!”.
Yo creía que me llamarías “Padre mío”
    y que nunca dejarías de seguirme.
20 Pero tú, pueblo de Israel,
    me has sido infiel como una mujer infiel a su esposo»,
    afirma el Señor.

21 Se escucha un grito en las lomas desoladas,
    el llanto de súplica del pueblo de Israel,
porque han pervertido su conducta,
    se han olvidado del Señor su Dios.

22 «¡Vuélvanse, apóstatas,
    y los curaré de su infidelidad!».

«Aquí estamos, a ti venimos,
    porque tú eres el Señor nuestro Dios.
23 Ciertamente son un engaño las colinas,
    y una mentira el estruendo sobre las montañas.
Ciertamente en el Señor nuestro Dios
    está la salvación de Israel.
24 Desde nuestra juventud, la vergonzosa idolatría
    se ha engullido el esfuerzo de nuestros antepasados:
sus ovejas y sus vacas,
    sus hijos y sus hijas.
25 ¡Acostémonos en nuestra vergüenza
    y que nos cubra nuestra desgracia!
¡Nosotros y nuestros antepasados
    hemos pecado contra el Señor nuestro Dios!
Desde nuestra juventud y hasta el día de hoy,
    no hemos obedecido al Señor nuestro Dios».


Section 4 of 4

Matthew 17

About 3 Minutes

Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de Santiago, y los llevó aparte, a una montaña alta. Allí se transfiguró en presencia de ellos; su rostro resplandeció como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz. En esto, se aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús. Pedro dijo a Jesús:

—Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, levantaré tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.

Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió y de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!».

Al oír esto, los discípulos se postraron sobre su rostro, aterrorizados. Pero Jesús se acercó a ellos y los tocó.

—Levántense —dijo—. No tengan miedo.

Cuando alzaron la vista, no vieron a nadie más que a Jesús.

Mientras bajaban de la montaña, Jesús les encargó:

—No cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del hombre se levante de entre los muertos.

10 Entonces los discípulos preguntaron a Jesús:

—¿Por qué dicen los maestros de la Ley que Elías tiene que venir primero?

11 —Sin duda Elías vendrá y restaurará todas las cosas —respondió Jesús—. 12 Pero les digo que Elías ya vino y no lo reconocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron. De la misma manera, va a sufrir el Hijo del hombre a manos de ellos.

13 Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de Juan el Bautista.

14 Cuando llegaron a la multitud, un hombre se acercó a Jesús y se arrodilló delante de él. 15 Y dijo:

—Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques y sufre terriblemente. Muchas veces cae en el fuego o en el agua. 16 Se lo traje a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo.

17 —¡Ah, generación incrédula y malvada! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme acá al muchacho.

18 Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquel momento.

19 Después los discípulos se acercaron a Jesús y, en privado, preguntaron:

—¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?

20 —Por la poca fe que tienen —respondió—. Les aseguro que si tuvieran fe tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá” y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible. 21 

22 Estando reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. 23 Lo matarán, pero al tercer día resucitará». Y los discípulos se entristecieron mucho.

24 Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Capernaúm, los que cobraban el impuesto del Templo se acercaron a Pedro y preguntaron:

—¿Su maestro no paga el impuesto del Templo?

25 —Sí, lo paga —respondió Pedro.

Al entrar Pedro en la casa, se adelantó Jesús a preguntarle:

—¿Tú qué opinas, Simón? Los reyes de la tierra, ¿a quiénes cobran tributos e impuestos: a los suyos o a los demás?

26 —A los demás —contestó Pedro.

—Entonces los suyos están exentos —dijo Jesús—. 27 Pero para no escandalizar a esta gente, vete al lago y echa el anzuelo. Saca el primer pez que pique; ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y dásela a ellos por mi impuesto y por el tuyo.

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