viernes

noviembre 15, 2024


Section 1 of 4

1 Chronicles 7-8

About 7.9 Minutes

Los hijos de Isacar fueron cuatro en total:

Tola, Fuvá, Yasub y Simrón.

Los hijos de Tola:

Uzi, Refaías, Jeriel, Jamay, Ibsán y Samuel, todos ellos guerreros valientes y jefes de las familias patriarcales de Tola. Según sus registros genealógicos, en el tiempo de David eran veintidós mil seiscientos.

El hijo de Uzi fue

Izraías.

Los hijos de Izraías:

Micael, Abdías, Joel e Isías, en total cinco jefes. Tan grande era el número de sus mujeres y niños que, según sus registros genealógicos, contaban con un ejército de treinta y seis mil hombres de guerra.

El número total de todos sus parientes de las familias de Isacar ascendía a ochenta y siete mil guerreros valientes.

Los hijos de Benjamín fueron:

Bela, Béquer y Jediael, tres en total.

Los hijos de Bela fueron:

Esbón, Uzi, Uziel, Jerimot e Irí, cinco en total. Todos ellos eran jefes de las familias patriarcales y guerreros valientes, que sumaban veintidós mil treinta y cuatro.

Los hijos de Béquer fueron:

Zemirá, Joás, Eliezer, Elihoenay, Omrí, Jeremot, Abías, Anatot y Alemet. Todos ellos eran hijos de Béquer, jefes de sus familias patriarcales y guerreros valientes. Según sus registros genealógicos, eran veinte mil doscientos.

10 El hijo de Jediael fue

Bilán.

Los hijos de Bilán fueron:

Jeús, Benjamín, Aod, Quenaná, Zetán, Tarsis y Ajisajar. 11 Todos ellos descendían de Jediael. Eran jefes de sus familias patriarcales y guerreros valientes. En total, eran diecisiete mil doscientos hombres aptos para la guerra.

12 Los hijos de Ir fueron Supín y Jupín. Jusín fue el hijo de Ajer.

13 Los hijos de Neftalí fueron:

Yazel, Guní, Jéser y Salún. Estos eran descendientes de Bilhá.

14 Los hijos que Manasés tuvo con su concubina aramea fueron

Asriel y Maquir, este último, padre de Galaad. 15 Maquir tomó por esposa a Macá, de la familia de Jupín y Supín. El segundo hijo se llamaba Zelofejad, quien solamente tuvo hijas. 16 Macá, la esposa de Maquir, dio a luz un hijo, al que llamó Peres. Este fue hermano de Seres y padre de Ulán y Requen.

17 El hijo de Ulán fue

Bedán.

Estos fueron los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés.

18 Su hermana Hamoléquet fue la madre de Isod, Abiezer y Majlá.

19 Los hijos de Semidá fueron:

Ahián, Siquén, Liquejí y Anián.

20 Estos fueron los descendientes de Efraín en línea directa:

Sutela, Béred,

Tajat, Eladá,

Tajat, 21 Zabad,

Sutela,

Ezer y Elad. Los habitantes de Gat mataron a estos dos últimos porque bajaron a robarles sus ganados. 22 Durante mucho tiempo Efraín guardó luto por sus hijos, y sus parientes llegaron para consolarlo. 23 Luego se unió a su esposa, la cual concibió y dio a luz un hijo, a quien él llamó Beriá por la desgracia que su familia había sufrido. 24 Su hija Será edificó Bet Jorón la de arriba y Bet Jorón la de abajo, y también Uzén Será.

25 Los descendientes de Beriá en línea directa fueron:

Refa, Résef, Télaj, Taján,

26 Ladán, Amiud,

Elisama, 27 Nun

y Josué.

28 Sus posesiones y lugares de residencia fueron Betel con sus aldeas; Narán, al este; Guézer con sus aldeas, al oeste; y Siquén con sus aldeas hasta Aías con sus aldeas. 29 Los descendientes de Manasés tenían en su poder a Betseán, Tanac, Meguido y Dor, con sus respectivas aldeas. En estos lugares se asentaron los descendientes de José, hijo de Israel.

30 Los hijos de Aser fueron:

Imná, Isvá, Isví, Beriá y Sera, su hermana.

31 Los hijos de Beriá fueron:

Héber y Malquiel, padre de Birzait.

32 Los hijos de Héber fueron:

Jaflet, Somer, Jotán y Suá, su hermana.

33 Los hijos de Jaflet fueron:

Pasac, Bimal y Asvat.

Estos fueron los hijos de Jaflet.

34 Los hijos de Somer fueron:

Ají, Rohegá, Yehubá y Aram.

35 Los hijos de su hermano Hélem fueron:

Zofa, Imná, Seles y Amal.

36 Los hijos de Zofa fueron:

Súaj, Harnéfer, Súal, Berí, Imrá, 37 Béser, Hod, Sama, Silsa, Itrán y Beerá.

38 Los hijos de Jéter fueron:

Jefone, Pispa y Ará.

39 Los hijos de Ula fueron:

Araj, Janiel y Risiyá.

40 Todos ellos fueron descendientes de Aser, jefes de familias patriarcales, hombres selectos, guerreros valientes e importantes. Según sus registros genealógicos eran veintiséis mil hombres, aptos para la guerra.

Los hijos de Benjamín fueron:

Bela, el primero;

Asbel, el segundo; Ajará, el tercero;

Noja, el cuarto, y Rafa, el quinto.

Los hijos de Bela fueron:

Adar, Guerá, Abiud, Abisúa, Naamán, Ajoaj, Guerá, Sefufán e Hiram.

Los hijos de Aod, jefes de las familias patriarcales que habitaban en Gueba y que luego fueron llevados cautivos a Manajat, fueron:

Naamán, Ahías y Guerá, padre de Uza y de Ajiud. Guerá fue el que los trasladó a Manajat.

Después de que Sajarayin repudió a sus esposas Jusín y Bará, tuvo otros hijos en los campos de Moab. Con su esposa Hodes tuvo a Jobab, Sibia, Mesá, Malcán, 10 Jeús, Saquías y Mirma. Estos hijos suyos fueron jefes de familias patriarcales. 11 Con Jusín tuvo a Abitob y a Elpal.

12 Los hijos de Elpal fueron:

Éber, Misán y Sémed. Sémed edificó las ciudades de Ono y Lod, con sus aldeas. 13 Beriá y Semá fueron jefes de las familias patriarcales de los habitantes de Ayalón. Ellos expulsaron a los habitantes de Gat.

14 Los hijos de Beriá fueron Ajío, Sasac, Jeremot, 15 Zebadías, Arad, Éder, 16 Micael, Ispá y Yojá.

17 Zebadías, Mesulán, Hizqui, Héber, 18 Ismeray, Jezlías y Jobab fueron los hijos de Elpal.

19 Yaquín, Zicrí, Zabdí, 20 Elienay, Ziletay, Eliel, 21 Adaías, Beraías y Simrat fueron los hijos de Simí.

22 Ispán, Éber, Eliel, 23 Abdón, Zicrí, Janán, 24 Jananías, Elam, Anatotías, 25 Ifdaías y Penuel fueron los hijos de Sasac.

26 Samseray, Seharías, Atalías, 27 Jaresías, Elías y Zicrí fueron los hijos de Jeroán.

28 Según sus registros genealógicos, estos fueron jefes de familias patriarcales y habitaron en Jerusalén.

29 Jehiel, padre de Gabaón, vivía en Gabaón.

Su esposa se llamaba Macá. 30 Sus hijos fueron Abdón, el primogénito; Zur, Quis, Baal, Ner, Nadab, 31 Guedor, Ajío, Zéquer 32 y Miclot, padre de Simeia. Estos también vivían en Jerusalén con sus parientes.

33 Ner fue el padre de Quis, y este fue padre de Saúl, quien a su vez lo fue de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Esbaal.

34 El hijo de Jonatán fue

Meribaal, y este fue padre de Micaías.

35 Los hijos de Micaías fueron:

Pitón, Mélec, Tarea y Acaz.

36 Acaz fue el padre de Joada, y este lo fue de Alemet, Azmávet y Zimri. Zimri fue el padre de Mosá; 37 Mosá fue el padre de Biná, y este lo fue de Rafa; Rafa fue el padre de Elasá, y este lo fue de Azel.

38 Azel tuvo seis hijos, cuyos nombres fueron:

Azricán, Bocrú, Ismael, Searías, Abdías y Janán. Todos estos fueron los hijos de Azel.

39 Los hijos de su hermano Ésec fueron:

Ulán, el primero, Jeús, el segundo, y Elifelet, el tercero. 40 Los hijos de Ulán fueron hombres guerreros valientes, diestros con el arco. Tuvieron muchos hijos y nietos: ciento cincuenta en total.

Todos estos fueron los descendientes de Benjamín.


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Hebrews 11

About 4.1 Minutes

Ahora bien, la fe es tener confianza en lo que esperamos, es tener certeza de lo que no vemos. Gracias a ella recibieron un testimonio favorable nuestros ancestros.

Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve.

Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín y por ella recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía.

Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.

Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe.

Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, 10 porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor.

11 Por la fe incluso Sara, a pesar de su avanzada edad y de que era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. 12 Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.

13 Todos ellos vivieron por la fe y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las miraron y les dieron la bienvenida desde la distancia. También confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. 14 Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. 15 Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. 16 Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios y les preparó una ciudad.

17 Por la fe Abraham, quien había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, 18 a pesar de que Dios le había dicho: «Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac». 19 Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos; en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos.

20 Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro.

21 Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José y adoró apoyándose en la punta de su bastón.

22 Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus huesos.

23 Por la fe el recién nacido Moisés fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no tuvieron miedo del edicto del rey.

24 Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. 25 Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. 26 Consideró que la deshonra por causa de Cristo era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. 27 Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey y se mantuvo firme, pues había visto a aquel que es invisible. 28 Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.

29 Por la fe el pueblo cruzó el mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron.

30 Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de que los israelitas marcharon siete días a su alrededor.

31 Por la fe la prostituta Rajab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías.

32 ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, 33 los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, 34 apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. 35 Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron torturados, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. 36 Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. 37 Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. 38 ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas.

39 Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. 40 Esto sucedió para que ellos no llegaran a ser perfectos sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor.


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Amos 5

About 5.8 Minutes

Escuchen, israelitas, esta palabra, este canto fúnebre que por ustedes entono:

«Ha caído la virginal Israel
    y no volverá a levantarse;
abandonada en su propia tierra,
    no hay quien la levante».

Así dice el Señor y Dios al reino de Israel:

«La ciudad que salía a la guerra con mil hombres
    se quedará solo con cien
y la que salía con cien
    se quedará solo con diez».

Así dice el Señor a Israel:

«¡Búsquenme y vivirán!
    Pero no busquen a Betel,
ni vayan a Guilgal,
    ni pasen a Berseba;
porque Guilgal será llevada cautiva
    y Betel, reducida a la nada».
¡Busquen al Señor y vivirán!,
    no sea que él caiga como fuego
    sobre los descendientes de José,
fuego que devore a Betel
    sin que haya quien lo apague.

Ustedes convierten el derecho en amargura
    y echan por tierra la justicia.

El que hizo las Pléyades y el Orión,
    convierte en aurora las densas tinieblas
    y oscurece el día hasta convertirlo en noche.
Él convoca las aguas del mar
    y las derrama sobre la tierra.
    ¡Su nombre es el Señor!
Él trae una destrucción repentina sobre la fortaleza
    y sobre la plaza fuerte, destrucción.

10 Ustedes odian al que defiende la justicia en el tribunal
    y detestan al que dice la verdad.

11 Por eso, como oprimen a los pobres
    y les exigen un impuesto sobre el grano,
no vivirán en las casas de piedra labrada que han construido
    ni beberán del vino de los selectos viñedos que han plantado.
12 ¡Yo sé cuán numerosos son sus delitos,
    cuán grandes sus pecados!

Ustedes oprimen al justo, exigen soborno
    y en los tribunales atropellan al necesitado.
13 Por eso en circunstancias como estas guarda silencio el prudente,
    porque estos tiempos son malos.

14 Busquen el bien y no el mal, y vivirán;
    y así estará con ustedes el Señor Dios de los Ejércitos,
    tal como ustedes lo afirman.
15 ¡Odien el mal y amen el bien!
    Establezcan la justicia en los tribunales;
tal vez así el Señor, el Dios de los Ejércitos,
    tenga compasión del remanente de José.

16 Por eso, así dice el Señor y Dios, el Dios de los Ejércitos:

«En todas las plazas se escucharán lamentos
    y gritos de angustia en todas las calles.
Llamarán a duelo a los agricultores
    y a los llorones profesionales para hacer lamentación.
17 Se escucharán lamentos en todos los viñedos
    cuando yo pase en medio de ti»,
    dice el Señor.

18 ¡Ay de los que suspiran
    por el día del Señor!
¿De qué les servirá ese día
    si va a ser de oscuridad y no de luz?
19 Será como cuando alguien huye de un león
    y se le viene encima un oso,
o como cuando al llegar a su casa,
    apoya la mano en la pared
    y lo muerde una serpiente.
20 ¿No será el día del Señor de oscuridad y no de luz?
    ¡Será por cierto sombrío y sin resplandor!

21 «Detesto y aborrezco sus fiestas religiosas;
    no me agradan sus cultos solemnes.
22 Aunque me traigan holocaustos y ofrendas de cereal,
    no los aceptaré;
no prestaré atención
    a los sacrificios de comunión de novillos cebados.
23 Aleja de mí el bullicio de tus canciones;
    no quiero oír la música de tus liras.
24 Pero ¡que fluya el derecho como las aguas
    y la justicia como arroyo inagotable!

25 »Casa de Israel, ¿acaso me ofrecieron ustedes sacrificios y ofrendas
    durante los cuarenta años en el desierto?
26 Ustedes cargaban la imagen de Sicut, su rey,
    y también la de Quiyún,
    imágenes de esos dioses astrales
    que ustedes mismos se han fabricado.
27 Por lo tanto, los mandaré al exilio más allá de Damasco»,
    dice el Señor, cuyo nombre es Dios de los Ejércitos.


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Luke 1:1-38

About 3.6 Minutes

Muchos han intentado hacer un relato de las cosas que se han cumplido entre nosotros, tal y como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra. Por lo tanto, yo también, excelentísimo Teófilo, habiendo investigado todo esto con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente, para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron.

En tiempos de Herodes, rey de Judea, hubo un sacerdote llamado Zacarías, miembro del grupo de Abías. Su esposa Elisabet también era descendiente de Aarón. Ambos eran rectos e intachables delante de Dios; obedecían todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril y los dos eran de edad avanzada.

Un día en que Zacarías, por haber llegado el turno de su grupo, oficiaba como sacerdote delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre del sacerdocio, entrar en el Templo del Señor para quemar incienso. 10 Cuando llegó la hora de ofrecer el incienso, la multitud reunida afuera estaba orando. 11 En esto un ángel del Señor se apareció a Zacarías a la derecha del altar del incienso. 12 Al verlo, Zacarías se asustó y el temor se apoderó de él. 13 El ángel dijo:

—No tengas miedo, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración. Tu esposa Elisabet te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan. 14 Tendrás gozo y alegría y muchos se regocijarán por su nacimiento, 15 porque él será un gran hombre delante del Señor. Jamás tomará vino ni licor y será lleno del Espíritu Santo aun antes de su nacimiento. 16 Hará que muchos israelitas se vuelvan al Señor su Dios. 17 Él irá primero, delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos y guiar a los desobedientes a la sabiduría de los justos. De este modo preparará para el Señor un pueblo bien dispuesto.

18 —¿Cómo podré estar seguro de esto? —preguntó Zacarías al ángel—. Ya soy anciano y mi esposa también es de edad avanzada.

19 —Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes de Dios —contestó el ángel—. He sido enviado para hablar contigo y darte estas buenas noticias. 20 Pero como no creíste en mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo, te vas a quedar mudo. No podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda.

21 Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías y les extrañaba que se demorara tanto en el Templo. 22 Cuando por fin salió, no podía hablarles, así que se dieron cuenta de que allí había tenido una visión. Se podía comunicar solo por señas, pues seguía mudo.

23 Cuando terminaron los días de su servicio, regresó a su casa. 24 Poco después, su esposa Elisabet quedó embarazada y se mantuvo recluida por cinco meses. 25 «Esto —decía ella— es obra del Señor, que ahora ha mostrado su bondad al quitarme la vergüenza que yo tenía ante los demás».

26 A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea, 27 a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María. 28 El ángel se acercó a ella y le dijo:

—¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo.

29 Ante estas palabras, María se perturbó y se preguntaba qué podría significar este saludo.

30 —No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. 31 Quedarás embarazada y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Él será un gran hombre y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David 33 y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin.

34 —¿Cómo podrá suceder esto —preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen?

35 Y el ángel dijo:

—El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios. 36 También tu parienta Elisabet va a tener un hijo en su vejez; de hecho, la que decían que era estéril ya está en el sexto mes de embarazo. 37 Porque para Dios no hay nada imposible.

38 —Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho.

Con esto, el ángel la dejó.

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