Friday

September 6, 2024

Section 1 of 4

2 Samuel 1

About 4.1 Minutes

Después de la muerte de Saúl, David se detuvo dos días en Siclag, luego de haber derrotado a los amalecitas. Al tercer día, llegó a Siclag un hombre que venía del campamento de Saúl. En señal de duelo se presentó ante David con la ropa rasgada y la cabeza cubierta de ceniza, y se postró rostro en tierra.

—¿De dónde vienes? —preguntó David.

—Vengo huyendo del campamento israelita —respondió.

—Pero ¿qué ha pasado? —exclamó David—. ¡Cuéntamelo todo!

—Pues resulta que nuestro ejército ha huido de la batalla y muchos han caído muertos —contestó el mensajero—. Entre los caídos en combate se cuentan Saúl y su hijo Jonatán.

—¿Y cómo sabes tú que Saúl y su hijo Jonatán han muerto? —preguntó David al criado que había traído la noticia.

—Por casualidad me encontraba yo en el monte Guilboa. De pronto, vi a Saúl apoyado en su lanza y asediado por los carros y la caballería —respondió el criado—. Saúl se volvió y al verme me llamó. Yo me puse a sus órdenes. Me preguntó quién era yo y respondí que era amalecita. Entonces me pidió que me acercara y me ordenó: “¡Mátame de una vez, pues estoy agonizando y no acabo de morir!”. 10 Yo me acerqué y lo maté, pues me di cuenta de que no iba a sobrevivir al desastre. Luego le quité la corona de la cabeza y el brazalete que llevaba en el brazo para traérselos a usted, mi señor.

11 Al oírlo, David y los que estaban con él se rasgaron las vestiduras. 12 Lloraron y ayunaron hasta el anochecer porque Saúl y su hijo Jonatán habían caído a filo de espada, y también por el ejército del Señor y por la nación de Israel.

13 Entonces David preguntó al joven que había traído la noticia:

—¿De dónde eres?

—Soy un extranjero amalecita —respondió.

14 —¿Y cómo te atreviste a alzar la mano para matar al ungido del Señor? —reclamó David.

15 Y enseguida llamó a uno de sus hombres y ordenó:

—¡Anda, mátalo!

Aquel cumplió la orden y lo mató. 16 David, por su parte, dijo:

—¡Que tu sangre caiga sobre tu cabeza! Tu boca misma te condena al admitir que mataste al ungido del Señor.

17 David compuso este lamento en honor de Saúl y de su hijo Jonatán. 18 Lo llamó el «Cántico del Arco» y ordenó que lo enseñaran a los habitantes de Judá. Así consta en el libro de Jaser:

19 «¡Ay, Israel! Tus héroes yacen heridos en las alturas de tus montes.
    ¡Cómo han caído los valientes!

20 »No lo anuncien en Gat
    ni lo pregonen en las calles de Ascalón
para que no se alegren las filisteas
    ni lo celebren esas hijas de incircuncisos.

21 »¡Ay, montes de Guilboa,
    que no caiga sobre ustedes lluvia ni rocío!
    ¡Que no crezca nada en sus campos!
Porque allí deshonraron el escudo de Saúl:
    ¡nunca más será ungido con aceite!

22 »¡Jamás volvía el arco de Jonatán
    sin haberse saciado con la sangre de los heridos
ni regresaba la espada de Saúl
    sin haberse hartado con la grasa de sus oponentes!
23 ¡Saúl! ¡Jonatán!
    Fueron amados y admirados,
    y en la vida y en la muerte, inseparables.
Más veloces eran que las águilas
    y más fuertes que los leones.

24 »¡Ay, mujeres de Israel!
    Lloren por Saúl,
que las vestía con lujosa seda carmesí
    y las adornaba con joyas de oro.

25 »¡Cómo han caído los valientes en batalla!
    Jonatán yace muerto en tus alturas.
26 ¡Cuánto sufro por ti, Jonatán,
    pues te quería como a un hermano!
Más preciosa fue para mí tu amistad
    que el amor de las mujeres.

27 »¡Cómo han caído los valientes!
    ¡Las armas de guerra han perecido!».

Section 2 of 4

1 Corinthians 12

About 2.8 Minutes

En cuanto a los dones espirituales, hermanos, quiero que entiendan bien este asunto. Ustedes saben que cuando eran paganos se dejaban arrastrar hacia los ídolos mudos. Por eso les advierto que nadie que esté hablando por el Espíritu de Dios puede maldecir a Jesús; ni nadie puede decir: «Jesús es el Señor» sino por el Espíritu Santo.

Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos.

A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás. A unos Dios da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; 10 a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. 11 Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina.

12 De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. 13 Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o no, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

14 Ahora bien, el cuerpo no consta de un solo miembro, sino de muchos. 15 Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. 16 Y si la oreja dijera: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. 17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato? 18 En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. 19 Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? 20 Lo cierto es que hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo.

21 El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito». Ni puede la cabeza decirles a los pies: «No los necesito». 22 Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son indispensables, 23 y a los que nos parecen menos honrosos los tratamos con honra especial. Además, se trata con especial modestia a los miembros que nos parecen menos presentables, 24 mientras que los más presentables no requieren trato especial. Así Dios ha dispuesto los miembros de nuestro cuerpo, dando mayor honra a los que menos tenían, 25 a fin de que no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros se preocupen por igual unos por otros. 26 Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él.

27 Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es miembro de ese cuerpo. 28 En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en diversas lenguas. 29 ¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? 30 ¿Tienen todos dones para sanar enfermos? ¿Hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos? 31 Ustedes, por su parte, ambicionen los mejores dones.

Ahora les voy a mostrar un camino más excelente.

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Ezekiel 10

About 2.5 Minutes

Miré y vi la semejanza de un trono de piedra de zafiro sobre la expansión que estaba encima de la cabeza de los querubines. Y el Señor dijo al hombre vestido de tela de lino: «Métete entre las ruedas que están debajo de los querubines, toma un puñado de las brasas que están entre ellos y espárcelas por toda la ciudad». Y el hombre se metió allí, mientras yo miraba.

En el momento en que el hombre entró, los querubines estaban en la parte sur del Templo y una nube llenaba el atrio interior. Entonces la gloria del Señor, que estaba sobre los querubines, se elevó y se dirigió hacia el umbral del Templo. La nube llenó el Templo, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria del Señor. El ruido de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior y era semejante a la voz del Dios Todopoderoso.

El Señor ordenó al hombre vestido de tela de lino: «Toma fuego de en medio de las ruedas que están entre los querubines». Así que el hombre fue y se paró junto a una rueda. Uno de los querubines extendió la mano, tomó el fuego que estaba entre ellos y lo puso en las manos del hombre vestido de tela de lino, quien lo recibió y se fue. Debajo de las alas de los querubines se veía algo semejante a manos humanas.

Me fijé, y al lado de los querubines vi cuatro ruedas, una junto a cada uno de ellos. Las ruedas tenían un aspecto brillante como el topacio. 10 Las cuatro ruedas se asemejaban y parecía como si una rueda estuviera encajada en la otra. 11 Al avanzar, podían hacerlo en las cuatro direcciones sin necesidad de volverse. Avanzaban en la dirección a que apuntaba la cabeza del querubín, y no tenían que volverse. 12 Todo el cuerpo, la espalda, las manos y las alas de los querubines, al igual que las cuatro ruedas, estaban llenos de ojos. 13 Alcancé a oír que a las ruedas se les llamaba «ruedas giratorias». 14 Cada uno de los querubines tenía cuatro caras: la primera, de querubín; la segunda, de hombre; la tercera, de león; y la cuarta, de águila.

15 Los querubines, que eran los mismos seres que yo había visto junto al río Quebar, se elevaron. 16 Cuando avanzaban, las ruedas a su costado hacían lo mismo; cuando desplegaban sus alas para levantarse del suelo, las ruedas no se apartaban de ellos; 17 cuando se detenían, las ruedas hacían lo mismo; cuando se levantaban, las ruedas se levantaban también, porque el espíritu de esos seres vivientes estaba en las ruedas.

18 La gloria del Señor se elevó por encima del umbral del Templo y se detuvo sobre los querubines. 19 Y mientras yo miraba, los querubines desplegaron sus alas y se elevaron del suelo y, junto con las ruedas, salieron y se detuvieron en la puerta oriental del Templo del Señor. La gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos.

20 Eran los mismos seres vivientes que, estando yo junto al río Quebar, había visto debajo del Dios de Israel. Entonces me di cuenta de que eran querubines. 21 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas; bajo las alas tenían algo que parecía manos humanas. 22 Sus caras eran iguales a las que yo había visto junto al río Quebar. Cada uno de ellos caminaba de frente.

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Psalms 49

About 2.9 Minutes

Oigan esto, pueblos todos;
    escuchen, habitantes todos del mundo,
tanto débiles como poderosos,
    lo mismo los ricos que los pobres.
Mi boca hablará con sabiduría;
    la reflexión de mi corazón será muy inteligente.
Inclinaré mi oído al proverbio;
    propondré mi enigma al son del arpa:

¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia
    cuando me rodee la maldad de mis opresores?
¿Temeré a los que confían en sus riquezas
    y se jactan de sus muchas posesiones?
Nadie puede salvar a nadie
    ni pagarle a Dios rescate por la vida.
Tal rescate es muy costoso;
    ningún pago es suficiente
para vivir por siempre
    sin ver la fosa.
10 Nadie puede negar que todos mueren,
    que sabios e insensatos perecen por igual
    y que sus riquezas se dejan a otros.
11 Aunque tuvieron tierras a su nombre,
    sus tumbas serán su hogar eterno,
    su morada por todas las generaciones.

12 La gente rica no perdura;
    al igual que las bestias, perece.

13 Tal es el destino de los que confían en sí mismos;
    y el de sus seguidores que aprueban lo que ellos dicen. Selah
14 Como ovejas guiadas por la muerte,
    están destinados al sepulcro.
Sus cuerpos se consumirán allí,
    lejos de sus mansiones suntuosas.
    Por la mañana los justos prevalecerán sobre ellos.
15 Pero Dios me rescatará de las garras de la muerte
    y con él me llevará. Selah
16 No te asombre ver que alguien se enriquezca
    y aumente el esplendor de su casa,
17 porque al morir no se llevará nada
    ni con él descenderá su esplendor.
18 Aunque en vida se considere dichoso,
    y la gente lo elogie por sus logros,
19 irá a reunirse con sus ancestros,
    sin que vuelva jamás a ver la luz.

20 La gente rica carece de entendimiento;
    al igual que las bestias, perece.


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