Monday

October 14, 2024

Section 1 of 4

1 Kings 18

About 6.4 Minutes

Después de un largo tiempo, en el tercer año, la palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje: «Ve y preséntate ante Acab, que voy a enviar lluvia sobre la tierra». Así que Elías se puso en camino para presentarse ante Acab.

En Samaria había mucha hambre. Por lo tanto, Acab mandó llamar a Abdías, quien administraba su palacio y era temeroso del Señor. Como Jezabel estaba acabando con los profetas del Señor, Abdías había tomado a cien de ellos y los había escondido en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les había dado de comer y de beber. Acab instruyó a Abdías: «Recorre todo el país en busca de fuentes y ríos. Tal vez encontremos pasto para mantener vivos los caballos y las mulas, y no perdamos nuestras bestias». Así que se dividieron la tierra que iban a recorrer: Acab se fue en una dirección y Abdías en la otra.

Abdías iba por su camino cuando Elías le salió al encuentro. Al reconocerlo, Abdías se postró rostro en tierra y le preguntó:

—Mi señor Elías, ¿de veras es usted?

—Sí, soy yo —respondió—. Ve a decirle a tu amo que aquí estoy.

—¿Qué mal ha hecho este servidor suyo —preguntó Abdías—, para que me entregue a Acab y él me mate? 10 Tan cierto como que el Señor su Dios vive, no hay nación ni reino adonde mi amo no haya mandado a buscarlo. Y a quienes afirmaban que usted no estaba allí, él los hacía jurar que no lo habían encontrado. 11 ¿Y ahora usted me ordena que vaya a mi amo y le diga que usted está aquí? 12 ¡Qué sé yo a dónde lo va a llevar el Espíritu del Señor cuando nos separemos! Si voy y le digo a Acab que usted está aquí, y luego él no lo encuentra, ¡me matará! Tenga usted en cuenta que yo, su servidor, he sido temeroso del Señor desde mi juventud. 13 ¿No le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel estaba matando a los profetas del Señor? ¡Pues escondí a cien de los profetas del Señor en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les di de comer y de beber! 14 ¡Y ahora usted me ordena que vaya a mi amo y le diga que usted está aquí! ¡De seguro me matará!

15 Elías respondió:

—Tan cierto como que vive el Señor de los Ejércitos, a quien sirvo, te aseguro que hoy me presentaré ante Acab.

16 Abdías fue a buscar a Acab y le informó de lo sucedido, así que este fue al encuentro de Elías 17 y cuando lo vio, le preguntó:

—¿Eres tú el que le está creando problemas a Israel?

18 —No soy yo quien le está creando problemas a Israel —respondió Elías—. Quienes se los crean son tú y tu familia, porque han abandonado los mandamientos del Señor y se han ido tras los baales. 19 Ahora convoca de todas partes al pueblo de Israel, para que se reúna conmigo en el monte Carmelo con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de la diosa Aserá que se sientan a la mesa de Jezabel.

20 Acab convocó en el monte Carmelo a todos los israelitas y a los profetas. 21 Elías se presentó ante el pueblo y dijo:

—¿Hasta cuándo van a seguir indecisos? Si el Dios verdadero es el Señor, deben seguirlo; pero si es Baal, síganlo a él.

El pueblo no dijo una sola palabra. 22 Entonces Elías añadió:

—Yo soy el único que ha quedado de los profetas del Señor; en cambio, Baal cuenta con cuatrocientos cincuenta profetas. 23 Tráigannos dos novillos. Que escojan ellos uno, lo descuarticen y pongan los pedazos sobre la leña, pero sin prenderle fuego. Yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña, pero tampoco le prenderé fuego. 24 Entonces invocarán ellos el nombre de su dios y yo invocaré el nombre del Señor. El que responda con fuego, ese es el Dios verdadero.

Y todo el pueblo estuvo de acuerdo.

25 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal:

—Ya que ustedes son tantos, escojan uno de los novillos y prepárenlo primero. Invoquen luego el nombre de su dios, pero no prendan fuego.

26 Los profetas de Baal tomaron el novillo que les dieron y lo prepararon e invocaron el nombre de su dios desde la mañana hasta el mediodía.

—¡Baal, respóndenos! —gritaban, mientras daban brincos alrededor del altar que habían hecho.

Pero no se escuchó nada, pues nadie respondió. 27 Al mediodía Elías comenzó a burlarse de ellos:

—¡Griten más fuerte! —decía—. Seguro que es un dios, pero tal vez esté meditando o esté ocupado o de viaje. ¡A lo mejor se ha quedado dormido y hay que despertarlo!

28 Comenzaron entonces a gritar más fuerte y, como era su costumbre, se cortaron con cuchillos y lanzas hasta quedar bañados en sangre. 29 Pasó el mediodía y siguieron en este trance profético hasta la hora del sacrificio vespertino. Pero no se escuchó nada, pues nadie respondió ni prestó atención.

30 Entonces Elías dijo a todo el pueblo:

—¡Acérquense a mí!

Así lo hicieron. Y como estaba en ruinas el altar del Señor, Elías lo reparó. 31 Luego recogió doce piedras, una por cada tribu descendiente de Jacob, a quien el Señor le había puesto por nombre Israel. 32 Con las piedras construyó un altar en honor del Señor, y alrededor cavó una zanja en que cabían dos seahs de semillas. 33 Colocó la leña, descuartizó el novillo, puso los pedazos sobre la leña 34 y dijo:

—Llenen de agua cuatro cántaros y vacíenlos sobre el holocausto y la leña.

Luego dijo:

—Vuelvan a hacerlo.

Y así lo hicieron.

—¡Háganlo una vez más! —les ordenó.

Y por tercera vez vaciaron los cántaros. 35 El agua corría alrededor del altar hasta llenar la zanja.

36 A la hora del sacrificio vespertino, el profeta Elías dio un paso adelante y oró así: «Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que todos sepan hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo y he hecho todo esto en obediencia a tu palabra. 37 ¡Respóndeme, Señor, respóndeme, para que esta gente reconozca que tú, Señor, eres Dios y estás haciendo que su corazón se vuelva a ti!».

38 En ese momento, cayó el fuego del Señor y quemó el holocausto, la leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja.

39 Cuando vieron esto, todos se postraron y exclamaron: «¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios!».

40 Luego Elías ordenó:

—¡Agarren a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno!

Tan pronto como los agarraron, Elías hizo que los bajaran al arroyo Quisón y allí los ejecutó. 41 Entonces Elías dijo a Acab:

—Anda a tu casa, y come y bebe, porque ya se oye el ruido de un torrentoso aguacero.

42 Acab se fue a comer y beber, pero Elías subió a la cumbre del Carmelo, se inclinó hasta el suelo y puso el rostro entre las rodillas.

43 —Ve y mira hacia el mar —ordenó a su criado.

El criado fue, miró y dijo:

—No se ve nada.

Siete veces le ordenó Elías que fuera a ver, 44 y la séptima vez el criado le informó:

—Desde el mar viene subiendo una nube. Es tan pequeña como una mano.

Entonces Elías ordenó:

—Ve y dile a Acab: “Engancha el carro y vete antes de que la lluvia te detenga”.

45 Las nubes fueron oscureciendo el cielo; luego se levantó el viento y se desató una fuerte lluvia. Y Acab se fue en su carro hacia Jezrel. 46 Entonces el poder del Señor vino sobre Elías, quien se ajustó el manto con el cinturón, se echó a correr y llegó a Jezrel antes que Acab.

Section 2 of 4

1 Thessalonians 1

About 1.1 Minutes

Pablo, Silvano y Timoteo,

a la iglesia de los tesalonicenses, unida a Dios el Padre y al Señor Jesucristo:

Gracia y paz a ustedes.

Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes cuando los mencionamos en nuestras oraciones. Los recordamos constantemente delante de nuestro Dios y Padre a causa de la obra realizada por su fe, el trabajo motivado por su amor y la constancia sostenida por su esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos amados de Dios, sabemos que él los ha escogido, porque nuestro evangelio les llegó no solo con palabras, sino también con poder, es decir, con el Espíritu Santo y con profunda convicción. Como bien saben, estuvimos entre ustedes buscando su bien. Ustedes se hicieron imitadores nuestros y del Señor cuando, a pesar de mucho sufrimiento, recibieron el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo. De esta manera se constituyeron en ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Partiendo de ustedes, el mensaje del Señor se ha proclamado no solo en Macedonia y en Acaya, sino en todo lugar; a tal punto se ha divulgado su fe en Dios que ya no es necesario que nosotros digamos nada. Porque todos ellos cuentan de lo bien que ustedes nos recibieron y cómo se convirtieron a Dios. Dejaron los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, 10 y esperan del cielo a su Hijo Jesús, quien resucitó y nos libra del castigo venidero.

Section 3 of 4

Ezekiel 48

About 4.2 Minutes

«Estos son los nombres de las tribus:

»En la frontera norte, que va de este a oeste y desde el Mediterráneo, pasando por Hetlón, hasta Lebó Jamat y Jazar Enán, que es la parte al sur de Damasco y Jamat, la tribu de Dan tendrá su porción de territorio.

Debajo de Dan, de este a oeste, está la porción de territorio de Aser.

Debajo de Aser, de este a oeste, está la porción de territorio de Neftalí.

Debajo de Neftalí, de este a oeste, está la porción de territorio de Manasés.

Debajo de Manasés, de este a oeste, está la porción de territorio de Efraín.

Debajo de Efraín, de este a oeste, está la porción de territorio de Rubén.

Debajo de Rubén, de este a oeste, está la porción de territorio de Judá.

»Debajo de Judá, de este a oeste, está la porción de territorio que reservarás. Será de veinticinco mil codos de ancho y de este a oeste su longitud será la misma que la de los otros territorios. En medio de esta porción estará el santuario.

»La parcela que ustedes deben reservar para el Señor tendrá veinticinco mil codos de largo por diez mil codos de ancho. 10 Dentro de esta parcela sagrada, a los sacerdotes corresponderá una sección exclusiva que medirá veinticinco mil codos por el norte y diez mil codos por el oeste, diez mil codos por el este y veinticinco mil codos por el sur. En medio de ella se levantará el santuario del Señor. 11 Esta sección estará destinada a los sacerdotes consagrados, descendientes de Sadoc, que cuando se descarrió el pueblo de Israel se encargaron de mi servicio y no se descarriaron, como los levitas. 12 Y será para ellos una ofrenda especial de la tierra, un lugar santísimo, que limita con el territorio de los levitas.

13 »También los levitas tendrán una parcela de veinticinco mil codos de largo por diez mil codos de ancho, a lo largo del territorio de los sacerdotes. En total, la parcela reservada tendrá veinticinco mil codos de largo por diez mil codos de ancho. 14 No se podrá vender ni cambiar nada de ella. Esta es la mejor tierra y no debe pasar a otras manos, pues está consagrada al Señor.

15 »La sección restante de cinco mil codos de ancho por veinticinco mil codos de largo es terreno profano. Se dedicará al uso común de la ciudad, para la construcción de viviendas y para pastizales. La ciudad quedará en el centro. 16 Medirá cuatro mil quinientos codos de largo por el lado norte y lo mismo por sus lados sur, este y oeste. 17 Los pastizales de la ciudad medirán doscientos cincuenta codos de ancho alrededor de toda la ciudad. 18 A los costados de la ciudad quedará una sección, junto a la parcela consagrada, que tendrá diez mil codos de largo por la parte este, y otros tantos por el oeste. Todo lo que allí se produzca servirá de alimento para los trabajadores de la ciudad. 19 Ellos la cultivarán sin importar a qué tribu pertenezcan. 20 Toda la parcela consagrada, incluso lo que pertenece a la ciudad, formará un cuadrado de veinticinco mil codos por lado.

21 »El terreno que quede a ambos lados de la parcela consagrada y de la que pertenece a la ciudad será para el príncipe. A él le tocará una parcela de veinticinco mil codos por el lado este, hasta la frontera oriental, y veinticinco mil codos por el oeste, hasta la frontera occidental. Todo esto quedará paralelo a las otras secciones. En el centro estarán la parcela consagrada y el santuario del Templo. 22 Así mismo, la propiedad de los levitas y la de la ciudad se ubicarán entre las fronteras de Judá y Benjamín, en medio de la parcela que corresponde al príncipe.

23 »En cuanto a las demás tribus:

»A Benjamín le tocará una sección de este a oeste.

24 Debajo de Benjamín, a Simeón le tocará una sección de este a oeste.

25 Debajo de Simeón, a Isacar le tocará una sección de este a oeste.

26 Debajo de Isacar, a Zabulón le tocará una sección de este a oeste.

27 Debajo de Zabulón, a Gad le tocará una sección de este a oeste.

28 Debajo de Gad, por el lado sur, la frontera irá desde Tamar hasta el oasis de Meribá Cades y el torrente de Egipto, y hasta el mar Mediterráneo.

29 »Este es el territorio que ustedes repartirán por sorteo entre las tribus de Israel y que será su herencia. Así quedará distribuido el territorio», afirma el Señor y Dios.

30 «Estas son las salidas de la ciudad:

»Por el norte, la ciudad medirá cuatro mil quinientos codos de largo. 31 Las puertas de la ciudad tendrán los nombres de las tribus de Israel. Al norte habrá tres puertas: la de Rubén, la de Judá y la de Leví.

32 Por el este, la ciudad medirá cuatro mil quinientos codos de largo y tendrá tres puertas: la de José, la de Benjamín y la de Dan.

33 Por el sur, la ciudad medirá cuatro mil quinientos codos de largo y tendrá tres puertas: la de Simeón, la de Isacar y la de Zabulón.

34 Por el oeste, la ciudad medirá cuatro mil quinientos codos de largo y tendrá tres puertas: la de Gad, la de Aser y la de Neftalí.

35 »La distancia alrededor de la ciudad será de dieciocho mil codos.

»Y desde aquel día el nombre de la ciudad será: “El Señor está allí”».

Section 4 of 4

Psalms 104

About 5.5 Minutes

¡Bendice, alma mía, al Señor!

Señor mi Dios, tú eres grandioso;
    te has revestido de gloria y majestad.

Te cubres de luz como con un manto;
    extiendes los cielos como una cortina.
Afirmas sobre las aguas tus altos aposentos
    y haces de las nubes tu carro de guerra.
    Tú cabalgas en las alas del viento.
Haces de los vientos tus mensajeros
    y de las llamas de fuego tus servidores.

Tú pusiste la tierra sobre sus cimientos
    y de allí jamás caerá;
la revestiste con el mar
    y las aguas se detuvieron sobre los montes.
Pero a tu reprensión huyeron las aguas;
    ante el estruendo de tu voz se dieron a la fuga.
Ascendieron a los montes,
    descendieron a los valles,
    al lugar que tú les asignaste.
Pusiste una frontera que ellas no pueden cruzar,
    para que no vuelvan a cubrir la tierra.

10 Tú haces que los manantiales viertan sus aguas en las cañadas
    y que fluyan entre las montañas.
11 De ellas beben todas las bestias del campo;
    allí los asnos salvajes calman su sed.
12 Las aves del cielo anidan junto a las aguas
    y cantan entre el follaje.
13 Desde tus altos aposentos riegas las montañas;
    la tierra se sacia con el fruto de tu trabajo.
14 Haces que crezca la hierba para el ganado
    y las plantas que la gente cultiva
    para sacar de la tierra su alimento:
15 el vino que alegra el corazón humano,
    el aceite que hace brillar el rostro
    y el pan que sustenta la vida.
16 Los árboles del Señor reciben su riego,
    los cedros del Líbano que él plantó.
17 Allí las aves hacen sus nidos;
    en los cipreses tiene su hogar la cigüeña.
18 En las altas montañas están las cabras monteses
    y en los escarpados peñascos tienen su madriguera los tejones.

19 Él hizo la luna, que marca las estaciones,
    y el sol, que sabe cuándo ocultarse.
20 Tú traes la oscuridad, cae la noche
    y en sus sombras se arrastran los animales del bosque.
21 Los leones rugen, reclamando su presa,
    pidiendo a Dios que les dé su alimento.
22 Pero al salir el sol se retiran
    y vuelven a echarse en sus guaridas.
23 Sale entonces la gente a cumplir sus tareas,
    a hacer su trabajo hasta la tarde.

24 ¡Oh Señor, cuán numerosas son tus obras!
    Todas ellas las hiciste con sabiduría.
    Rebosa la tierra con todas tus criaturas.
25 Allí está el mar, ancho y vasto,
    que abunda en animales, grandes y pequeños,
    cuyo número es imposible conocer.
26 Allí navegan los barcos, y ese Leviatán
    que tú creaste para jugar con él.

27 Todos ellos esperan de ti
    que a su tiempo les des su alimento.
28 Tú les das y ellos recogen;
    abres tu mano y se colman de bienes.
29 Si escondes tu rostro,
    se aterran;
si les quitas el aliento,
    mueren y vuelven al polvo.
30 Pero si envías tu Espíritu,
    son creados,
    y así renuevas la faz de la tierra.

31 Que la gloria del Señor perdure eternamente;
    que el Señor se regocije en sus obras.
32 Él mira la tierra y la hace temblar;
    toca los montes y los hace echar humo.

33 ¡Cantaré al Señor toda mi vida!
    ¡Cantaré salmos a mi Dios mientras exista!
34 Quiera él agradarse de mi meditación;
    yo, por mi parte, me regocijo en el Señor.
35 Que desaparezcan de la tierra los pecadores
    y que los malvados dejen de existir.

¡Bendice, alma mía, al Señor!

¡Aleluya!


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