Saturday

November 16, 2024

Section 1 of 4

1 Chronicles 9-10

About 6.3 Minutes

Todos los israelitas fueron registrados en las listas genealógicas e inscritos en el libro de los reyes de Israel.

Por causa de su infidelidad a Dios, Judá fue llevado cautivo a Babilonia.

Los primeros en ocupar nuevamente sus posesiones y ciudades fueron israelitas, sacerdotes, levitas y servidores del Templo.

Algunos de los descendientes de Judá, Benjamín, Efraín y Manasés habitaron en Jerusalén.

De los judíos: Utay, hijo de Amiud, descendiente en línea directa de Omrí, Imrí, Baní y Fares, hijo de Judá.

De los silonitas:

Asaías, el primogénito, con sus hijos.

De los zeraítas:

Jeuel y el resto de sus parientes.

En total seiscientas noventa personas.

De los benjamitas:

Salú, hijo de Mesulán, hijo de Hodavías, hijo de Senuá;

Ibneías, hijo de Jeroán;

Elá, hijo de Uzi, hijo de Micri;

Mesulán, hijo de Sefatías, hijo de Reuel, hijo de Ibnías.

Sus parientes, según sus registros genealógicos, eran en total novecientos cincuenta y seis, todos ellos jefes de sus familias patriarcales.

10 De los sacerdotes:

Jedaías, Joyarib, Jaquín,

11 Azarías, hijo de Jilquías, que era descendiente en línea directa de Mesulán, Sadoc, Merayot y Ajitob, quien estuvo a cargo del Templo de Dios;

12 Adaías, hijo de Jeroán, hijo de Pasur, hijo de Malquías;

Masay, hijo de Adiel, que era descendiente en línea directa de Jazera, Mesulán, Mesilemit e Imer,

13 y sus parientes, en total mil setecientos sesenta jefes de familias patriarcales y hombres muy capacitados para el servicio en el Templo de Dios.

14 De los levitas:

Semaías, hijo de Jasub, que descendía en línea directa de Azricán, Jasabías y Merari;

15 Bacbacar, Heres, Galal y Matanías, hijo de Micaías, hijo de Zicrí, hijo de Asaf;

16 Abdías, hijo de Semaías, hijo de Galal, hijo de Jedutún;

Berequías, hijo de Asá, hijo de Elcaná, que habitó en las aldeas de los netofatitas.

17 Los porteros:

Salún, Acub, Talmón y Ajimán y sus parientes; Salún era el jefe. 18 Hasta ahora custodian la puerta del rey, que está al oriente, y han sido porteros de los campamentos levitas.

19 Además, Salún, hijo de Coré, hijo de Ebiasaf, hijo de Corah, y sus parientes coreítas de la misma familia patriarcal estaban encargados de custodiar la entrada de la Tienda, tal como sus antepasados habían custodiado la entrada del campamento del Señor.

20 En el pasado, Finés, hijo de Eleazar, fue el oficial a cargo de ellos, y el Señor estuvo con él.

21 Zacarías, hijo de Meselemías, era el portero de la Tienda de reunión.

22 Los escogidos como porteros fueron un total de doscientos doce. En sus aldeas se encuentran sus registros genealógicos.

David y Samuel, el vidente, asignaron sus funciones. 23 Los porteros y sus hijos estaban encargados de custodiar la entrada de la Tienda que se usaba como Templo del Señor. 24 Había porteros en los cuatro puntos cardinales. 25 Cada siete días, sus parientes que vivían en las aldeas se turnaban para ayudarlos. 26 Los cuatro porteros principales estaban en servicio permanente. Eran levitas y custodiaban las salas y los tesoros del Templo de Dios. 27 Durante la noche, montaban guardia alrededor del Templo de Dios y en la mañana abrían sus puertas.

28 Algunos de ellos estaban encargados de los utensilios que se usaban en el servicio del Templo, y debían contarlos al sacarlos y al guardarlos. 29 Otros estaban a cargo de los utensilios, de todos los vasos sagrados, de la harina refinada, el vino, el aceite, el incienso y los perfumes. 30 Algunos de los sacerdotes preparaban la mezcla de los perfumes. 31 El levita Matatías, primogénito del coreíta Salún, estaba encargado de hacer las tortas para las ofrendas. 32 Algunos de sus parientes coatitas preparaban el pan que se ponía cada sábado en la mesa.

33 También había cantores que eran jefes de familias patriarcales de los levitas, los cuales vivían en las habitaciones del Templo. Estos estaban exentos de cualquier otro servicio, porque de día y de noche tenían que ocuparse de su ministerio.

34 Según sus registros genealógicos, estos eran jefes de las familias patriarcales de los levitas y vivían en Jerusalén.

35 Jehiel, padre de Gabaón, vivía en Gabaón.

Su esposa se llamaba Macá. 36 Sus hijos fueron Abdón, el primogénito; Zur, Quis, Baal, Ner, Nadab, 37 Guedor, Ajío, Zacarías y Miclot, 38 padre de Simeia. Estos también vivían en Jerusalén con sus parientes.

39 Ner fue el padre de Quis, y este fue padre de Saúl, quien a su vez lo fue de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Esbaal.

40 El hijo de Jonatán fue

Meribaal, y este fue padre de Micaías.

41 Los hijos de Micaías fueron:

Pitón, Mélec, Tarea y Acaz.

42 Acaz fue el padre de Jará, y este lo fue de Alemet, Azmávet y Zimri. Zimri fue el padre de Mosá; 43 Mosá fue el padre de Biná, y este lo fue de Refaías. Refaías fue el padre de Elasá, y este lo fue de Azel.

44 Azel tuvo seis hijos, cuyos nombres fueron:

Azricán, Bocrú, Ismael, Searías, Abdías y Janán. Estos fueron los hijos de Azel.

Los filisteos fueron a la guerra contra Israel y los israelitas huyeron ante ellos. Muchos cayeron muertos en el monte Guilboa. Entonces los filisteos se fueron en persecución de Saúl y lograron matar a sus hijos Jonatán, Abinadab y Malquisúa. La batalla se intensificó contra Saúl y los arqueros lo alcanzaron con sus flechas. Al verse herido, Saúl dijo a su escudero: «Saca la espada y mátame, no sea que esos incircuncisos me maten cuando lleguen y se burlen de mí».

Pero el escudero estaba tan asustado que no quiso hacerlo, de modo que Saúl mismo tomó su espada y se dejó caer sobre ella. Cuando el escudero vio que Saúl caía muerto, también él se arrojó sobre su propia espada y murió. Así murieron Saúl y sus tres hijos. Ese día pereció toda su familia.

Cuando los israelitas que vivían en el valle vieron que el ejército había huido, y que Saúl y sus hijos habían muerto, también ellos abandonaron sus ciudades y se dieron a la fuga. Así fue como los filisteos las ocuparon.

Al otro día, cuando los filisteos llegaron para despojar a los cadáveres, encontraron muertos a Saúl y a sus hijos en el monte Guilboa. Lo despojaron, tomaron su cabeza y sus armas, luego enviaron mensajeros por todo el país filisteo para que proclamaran la noticia a sus ídolos y al pueblo. 10 Después colocaron sus armas en el templo de sus dioses y colgaron la cabeza en el templo de Dagón.

11 Cuando los de Jabés de Galaad se enteraron de lo que habían hecho los filisteos con Saúl, 12 se levantaron todos los valientes y rescataron los cuerpos de Saúl y de sus hijos. Los llevaron a Jabés, sepultaron sus huesos debajo de la encina de Jabés y guardaron siete días de ayuno.

13 Saúl murió por haberse rebelado contra el Señor, pues desobedeció su palabra y buscó el consejo de una médium, 14 en vez de consultar al Señor. Por eso el Señor le quitó la vida y entregó el reino a David, hijo de Isaí.

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Hebrews 12

About 3.1 Minutes

Por tanto, también nosotros que estamos rodeados de una nube tan grande de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.

En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre. Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirigen:

«Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor
    ni te desanimes cuando te reprenda,
porque el Señor disciplina a los que ama
    y azota a todo el que recibe como hijo».

Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. Porque, ¿qué hijo hay a quien el padre no disciplina? Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos. Después de todo, nuestros padres humanos nos disciplinaban y los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus y viviremos? 10 En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad. 11 Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien dolorosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.

12 Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos débiles y de sus rodillas temblorosas. 13 «Hagan sendas derechas para sus pies» para que la pierna coja no se disloque, sino que se sane.

14 Busquen la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 15 Asegúrense de que nadie quede fuera de la gracia de Dios, de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos, 16 y también de que nadie sea inmoral ni profano como Esaú, quien por un plato de comida vendió sus derechos de primogénito. 17 Después, como ya saben, cuando quiso heredar esa bendición, fue rechazado: No se le dio lugar para el arrepentimiento, aunque con lágrimas buscó la bendición.

18 Ustedes no se han acercado a una montaña que se pueda tocar o que esté ardiendo en fuego; tampoco a oscuridad, tinieblas o tormenta; 19 ni a sonido de trompeta, ni a tal clamor de palabras que quienes lo oyeron suplicaron que no se les hablara más, 20 porque no podían soportar esta orden: «Será apedreado todo el que toque la montaña, aunque sea un animal». 21 Tan aterrador era este espectáculo que Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo».

22 Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, 23 a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el Juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección; 24 a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla mejor que la de Abel.

25 Tengan cuidado de no rechazar al que habla, pues si no escaparon aquellos que rechazaron al que los amonestaba en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si le volvemos la espalda al que nos amonesta desde el cielo. 26 En aquella ocasión, su voz estremeció la tierra, pero ahora ha prometido: «Una vez más haré que se estremezca no solo la tierra, sino también el cielo». 27 La frase «una vez más» indica la remoción de las cosas movibles, es decir, las creadas, para que permanezca lo inconmovible.

28 Puesto que nosotros estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente, 29 porque nuestro «Dios es fuego consumidor».

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Amos 6

About 3.1 Minutes

¡Ay de los que viven tranquilos en Sión
    y de los que viven confiados en el monte de Samaria!
¡Ay de los notables de la nación más importante,
    a quienes acude el pueblo de Israel!
Pasen a Calné y obsérvenla;
    vayan de allí a Jamat, la grande,
    bajen luego a Gat de los filisteos.
¿Acaso son ustedes superiores a estos reinos
    o es más grande su territorio que el de ustedes?
Ustedes creen alejar el día de la desgracia,
    pero están acercando el imperio de la violencia.
Ustedes que se acuestan en camas incrustadas de marfil
    y se arrellanan en divanes;
que comen corderos selectos
    y terneros engordados;
que, a la manera de David,
    improvisan canciones al son de la lira
    e inventan instrumentos musicales;
que beben vino en tazones
    y se perfuman con las esencias más finas
    sin afligirse por la ruina de José,
marcharán a la cabeza de los desterrados,
    y así terminará el banquete de los holgazanes.

El Señor y Dios ha jurado por sí mismo; el Señor Dios de los Ejércitos afirma:

«Yo detesto la arrogancia de Jacob;
    yo aborrezco sus fortalezas.
Por eso entregaré la ciudad al enemigo,
    con todo lo que hay en ella».

Sucederá que, si en una casa quedan diez personas con vida, todas morirán. 10 Y, cuando vengan a la casa para levantar los cadáveres y quemarlos, algún pariente preguntará a otro que ande en la casa: «¿Queda alguien más contigo?». Y aquel responderá: «No». Entonces dirá: «¡Silencio! No debemos invocar el nombre del Señor».

11 Porque el Señor ha dado la orden:
    él destruirá en pedazos la casa grande
    y la casa pequeña hará pedazos.

12 ¿Acaso galopan los caballos por las rocas
    o se ara con bueyes el mar?
Pero ustedes han convertido el derecho en veneno,
    y en amargura el fruto de la justicia.
13 Ustedes se regocijan por la conquista de Lo Debar
    y agregan: «¿No fue con nuestras propias fuerzas
    como nos apoderamos de Carnayin?

14 »Por tanto, pueblo de Israel,
    voy a levantar contra ti a una nación
que te oprimirá desde Lebó Jamat
    hasta el torrente del Arabá»,
    afirma el Señor, el Dios de los Ejércitos.

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Luke 1:39-80

About 4.5 Minutes

39 A los pocos días María emprendió viaje y se fue de prisa a un pueblo en la región montañosa de Judea. 40 Al llegar, entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. 41 Tan pronto como Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre. Entonces Elisabet, llena del Espíritu Santo, 42 exclamó:

—¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el hijo que darás a luz! 43 Pero ¿cómo es esto que la madre de mi Señor venga a verme? 44 Te digo que tan pronto como llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de alegría la criatura que llevo en el vientre. 45 ¡Dichosa tú que has creído, porque lo que el Señor te ha dicho se cumplirá!

46 Entonces dijo María:

«Mi alma glorifica al Señor
47     y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
48 porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
49     porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí.
    ¡Santo es su nombre!
50 De generación en generación
    se extiende su misericordia a los que le temen.
51 Hizo proezas con su brazo;
    desbarató las intrigas de los soberbios.
52 De sus tronos derrocó a los poderosos,
    mientras que ha exaltado a los humildes.
53 A los hambrientos los colmó de bienes
    y a los ricos los despidió con las manos vacías.
54 Acudió en ayuda de su siervo Israel
    mostrando su misericordia
55 a Abraham y sus descendientes para siempre,
    tal como había prometido a nuestros antepasados».

56 María se quedó con Elisabet unos tres meses y luego regresó a su casa.

57 Cuando se le cumplió el tiempo, Elisabet dio a luz un hijo. 58 Sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había mostrado gran misericordia y compartieron su alegría.

59 A los ocho días llevaron a circuncidar al niño. Como querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, 60 su madre se opuso.

—¡No! —dijo ella—. Tiene que llamarse Juan.

61 —Pero si nadie en tu familia tiene ese nombre —le dijeron.

62 Entonces le hicieron señas a su padre para saber qué nombre quería ponerle al niño. 63 Él pidió una tablilla en la que escribió: «Su nombre es Juan». Y todos quedaron asombrados. 64 Al instante abrió su boca y se desató su lengua, recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. 65 Todos los vecinos se llenaron de temor y por toda la región montañosa de Judea se comentaba lo sucedido. 66 Quienes lo oían se preguntaban: «¿Qué llegará a ser este niño?». Porque el poder del Señor lo acompañaba.

67 Entonces su padre Zacarías, lleno del Espíritu Santo, profetizó:

68 «Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha venido a redimir a su pueblo.
69 Nos envió un poderoso Salvador
    en la casa de David su siervo
70 (como lo prometió en el pasado por medio de sus santos profetas),
71 para liberarnos de nuestros enemigos
    y del poder de todos los que nos aborrecen;
72 para mostrar misericordia a nuestros antepasados
    al acordarse de su santo pacto.
73     Así lo juró a Abraham nuestro padre:
74 nos concedió que fuéramos libres del temor
    al rescatarnos del poder de nuestros enemigos,
para que le sirviéramos 75 con santidad y justicia,
    viviendo en su presencia todos nuestros días.

76 »Y tú, hijito mío, serás llamado profeta del Altísimo,
    porque irás delante del Señor para prepararle el camino.
77 Darás a conocer a su pueblo la salvación
    mediante el perdón de sus pecados,
78 gracias a la entrañable misericordia de nuestro Dios.
    Así nos visitará desde el cielo el sol naciente,
79 para dar luz a los que viven en tinieblas
    y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por la senda de la paz».

80 El niño crecía y se fortalecía en espíritu; y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó públicamente al pueblo de Israel.


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